En un mundo de ilusión y fantasía había un gran océano en el que vivía un pez al que todos llamaban armario. Se había ganado ese mote por su gran envergadura.
Todo lo que tenía de grande, lo tenía de bonachón. Tenía muchísimos amigos en el profundo océano.
Un día se fue de viaje con su bien amigo el pez martillo. Recorrieron infinidad de lugares y rincones de aquella inmensidad e hicieron multitud de amigos en su viaje. Ya de regreso, pararon a hacer noche en un hospedaje acuático que regentaba un pepino de mar*. Era tan feo, que al instante descubrieron porque aquella pensión estaba vacía. A pesar de lo desagradable que era mirarlo, decidieron alojarse allí, porque estaban muy cansados y aún les quedaba un largo camino para volver a casa. Para su sorpresa descubrieron lo cómodo y acogedor que era el lugar.
*nombre vulgar de la holothuroidea.
Qué gran mundo el de los océanos y todos los peces que allí se pueden encontrar...me encanta!
ResponderEliminar¡A veces las apariencias engañan!... Y como en la vida real, lo que importa es el interior de los pepinos de mar, jijijiji
ResponderEliminar¡Bonita historia llena de aventuras!
¡Un abrazo!
pobre pepino de mar, su negocio no debía ir nada bien si es tan requetefeo! Habrá que hacerle un cambio de imagen. ;-)
ResponderEliminarMe ha gustado mucho el cuento.
Besos
¡Bien por recuperar la figura del pepino de mar! Que sí que es feo, el pobre...Jajaja
ResponderEliminarY bueno, mientras haya sido cómodo, ¿qué importa el aspecto?
ResponderEliminarVanesa
Una Bruja y sus dos Sapitos
No hay que fiarse de las primeras impresiones!! Besos!
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