La
repentina llegada de Hache, un par de semanas antes de lo esperado, hizo que a
nuestro regreso del hospital hubiera algún trabajillo pendiente. Una vez
preparada la minicuna, introdujimos en ella a la pequeña Hache. Parecía que
estaba muy cómoda y se veía realmente preciosa. Por las noches después de cada
toma, cada tres horas más o menos, la acostaba en su cunita, meciéndola desde
mi cama.
En
torno a la semana de esta rutina el padre de la criatura empezó a sugerir la
posibilidad de meter a la pequeña Hache con nosotros en la cama. A mí no me
seducía mucho la idea porque tenía miedo que el padre de la criatura (EPDLC) la
aplastara mientras dormía. Así que empezó a chantajearme emocionalmente:
“nosotros aquí en la cama juntos y ella ahí sola en su cunita”, se levantaba la
sacaba y la metía con nosotros en la cama. Después de la siguiente toma, yo la
acostaba en la cunita y luego él la sacaba, hasta que un día en una toma me
cansé y … desde entonces la pequeña Hache duerme con nosotros.
Imagen tomada del blog de saraillamas.
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